miércoles, 12 de octubre de 2016

✩ Nómadas en Alemania

Llegamos a Alemania!! nuestros primeros días de pedaleo estuvieron marcados por la lluvia y por la hospitalidad alemana que nos sorprendía en los momentos más oportunos. 

Como les contaba anteriormente, Natan y yo posiblemente somos los ciclistas más lentos y distraídos del planeta, así que no fue raro que en el primer día en Alemania nos cogiera la noche sin llegar a nuestro objetivo y sin ningún plan sobre dónde dormiríamos. Estábamos en un nuevo país, no sabíamos si era normal preguntarle a alguien si podíamos acampar en su terreno, o si podíamos solo dormir en un bosque.

Después de un rato de pedalear en la oscuridad sin ver opciones para dormir, convencí a Natan de que preguntáramos en una casa con un jardín enorme si podíamos acampar ahí, la señora inmediatamente aceptó. Fue súper amable con nosotras, nos dio café con galletas y conversamos un buen rato. También nos aconsejó que no buscáramos un lugar para dormir tan tarde, pues la gente podría desconfiar. Yo no entendía nada, estaba muy agradecida de que Natan estuviera allí!! Ya su holandés había sido clave en nuestros últimos días en los Países Bajos, y ahora su alemán nos seguía sacando de apuros.
Nuestra cena: pasta con honguitos.
Nuestra querida anfitriona.
El día siguiente amaneció lloviendo, fue bueno porque descubrimos que la carpa de Natan dejaba pasar toda el agua, pero muy malo porque su carpa se había inundado y algunas de sus cosas estaban mojadas. Por suerte, la señora había ido en su ayuda y nos permitió usar la secadora. Antes de irnos nos dio desayuno y nos mostró su finca. 

Encontramos rutas buenas para pedalear en Alemania, si bien no habían muchas ciclorutas, habían vías muy tranquilas que atravesaban bosques, solo para Natan y yo, rara vez pasaba un carro. Sin embargo, también encontramos vías terribles sin pavimentar, por donde era imposible pedalear, incluso una vez tuvimos que devolvernos porque era imposible pedalear. Más adelante me encontraría con más de esas carreteras....

Era peor de lo que parece.
A veces la cicloruta se acaba.
A medida que se va yendo la luz, va llegando la necesidad de buscar un lugar para dormir, esa es la vida del nómada. Esta vez, quisimos asegurarnos de encontrar un lugar un poco más temprano. De nuevo tuvimos suerte: vimos una casa con jardín grande y preguntamos si podíamos acampar allí, nos dijeron que no, pero nos recomendaron echar un ojo a un kiosko en un parque muy cercano. No entendíamos bien a qué se referían, pero entendimos cuando vimos una casita en un bosque muy cerca de la carretera. Era más que un kiosko, era una cabaña con electricidad, mesas y todo. Nos adueñamos de la cabaña, cocinamos y dormimos muy tranquilos y seguros.


La cabaña
Nuestra cocina.
El paisaje básicamente eran potreros con muchas vacas y ovejas, se turnaba con un poco de bosque.



Ese día tampoco tuvimos suerte para encontrar temprano un lugar para dormir. Ya se estaba haciendo tarde y estábamos un poquito preocupados pues parecía que iba a llover... teníamos hambre. Paramos a pensar en nuestras opciones en un pueblito pequeño, justo al frente de un restaurante griego, que no estaba entre nuestras posibilidades y tampoco solucionaba nuestros problemas, pero que se veía muy tentador a esa hora y con esa hambre. Mientras pensábamos qué hacer, se nos acercó una señora, le habló a Natan por un buen rato. Finalmente, Natan me explicó que nos estaba invitando a cenar en el restaurante griego. Dijo que admiraba a lxs viajerxs y por eso quería hacerlo.

Ella me recordó mucho a la otra señora que nos había hospedado en Países Bajos, nos contó toda su vida y obra, también con varias historias tristes y melancolía. Después de cenar, nos invitó a quedarnos en su casa. No salíamos del asombro, una vez más fuimos rescatados por la hospitalidad alemana. Al día siguiente la señora nos dio plata para desayunar. Es una hermosa persona!!!!
Nuestro ángel anfitrión de la noche.
Seguimos nuestro camino hacia Bremerhaven y luego a Cuxhaven, tuvimos que tomar un ferri y por suerte ese día nos rindió bastante. En Cuxhaven encontramos un restaurante turco y no nos resistimos, además recordamos nuestros días en Turquía con nuestras amigas. Mientras disfrutábamos nuestra comida, empezó a llover y de nuevo teníamos que buscar donde dormir porque ninguno de los anfitriones de Warmshowers en Cuxhaven nos respondió. Ese día se veía más complicado, pues estábamos en una ciudad relativamente grande donde normalmente es muy difícil encontrar un lugar para dormir.

El camino a Cuxhaven:


Quería tomar este barco hacia Southampton :( 
Buscamos campings y hostales  en internet, al parecer no había nada y/o todo era muy caro. Encontramos un apartamento que aparentemente estaba libre y a un precio muy económico, fuimos hacia allá pero cuando llegamos no había nadie. Estábamos un poco estresados pues seguía lloviendo, ya estaba oscuro y estábamos seguros de que esa noche ya nadie nos iba a rescatar. Nos quedamos en la calle pensando qué hacer y al parecer, viéndonos un poco desesperados y tristes. Ya nos íbamos a ir, cuando se nos acercaron dos personas (¡¡Increíble!!!) y nos preguntaron si estábamos bien o si necesitábamos algo. Les contamos nuestra historia y nos dijeron que nos podíamos quedar en el apartamento de su hijo que no estaba en el momento. Aceptamos estupefactos. 

Nos dijeron que una de ellas había pasado y nos vio tristes y preocupados y por eso decidieron venir a ayudarnos, también nos contó que su hijo era soldado y cuando ha estado en problemas la gente lo ha ayudado, por eso decidió hacer lo mismo con nosotros. Esta vez estábamos en un duplex completamente amoblado!! La señora salió temprano y nos dijo que saliéramos cuando quisiéramos. Nosotros no lo podíamos creer. Estábamos tan impactados y conmovidos por la generosidad y la confianza de la gente que no sabíamos qué pensar. Obviamente estábamos muy agradecidos muchos parámetros y estereotipos estaban cambiando en nosotros con tan bonitas historias.
Puedes tomar lo que necesites y dejar el dinero. 
Seguimos nuestro camino por la cicloruta del río Elba, ya muy cerca de nuestro objetivo: Hamburgo. La ruta era más fácil de encontrar, solo teníamos que seguir el río, por lo que nos rendía mucho más. En la última noche antes de llegar a Hamburgo no tuvimos mucha suerte, o más o menos: nos dejaron quedar en un granero, lo que se veía muy bien, pues el heno se ve cómodo, sin embargo, fue de mis peores noches en todo el viaje, pues había unos insectos miniatura que nos picaron toda la noche, eran insoportables. A las seis ya estábamos listos para irnos. Eso sí, el señor que nos dejó quedar allí fue muy amable por hacerlo, además nos llevó tinto en la mañana :)!


Ya casi llegábamos a Hamburgo, donde nos esperaba Sabri :)!!!


No hay comentarios.:

Publicar un comentario